"No podemos dejar que otros hermanos carezcan de lo necesario mientras a nosotros nos sobran cosas"

jueves, 18 de junio de 2015

HISTORIA DEL HOGAR BALAY Sa NAZARET




En el 2005 seis hermanas una de ellas española, pertenecientes a la Congregación Sagrada Familia de Villefranche, llegaron a la ciudad San Carlos (Negros Occidental) tras una primera toma de contacto en Manila. El obispo de San Carlos les propuso el poder colaborar con los niños de la calle, ya que un alto nivel de pobreza, de hambre y de inmigración (procedentes de zonas rurales) azotaba la comarca y lo sufrían sobre todo los menores que eran abandonados en la calle.
Así, las hermanas de la Congregación al constatar la realidad y tras reflexionarlo y verlo en comunidad, tomaron la misión de trabajar en aquella zona con los pobres y por los derechos de los pobres.

Se ubicaron en una casa que le ofrecieron y en seguida se hicieron cargo de este proyecto. Idearon y definieron la construcción de un centro que junto con instituciones de la zona y algunos familiares, contando también con la colaboración económica de la parroquia, junto con el apoyo desde España de la Fundación Rodat y otros tantos colaboradores particulares. 




En el curso 2007-2008 se pudo inaugurar el nuevo hogar para los niños, con una capacidad para la atención, acogida y acompañamiento de 60 menores.

Situación real que llevó a la construcción del Centro: el fenómeno de los niños de la calle es fruto del imparable crecimiento urbano, la pobreza y la falta de alternativas. El número de niños de la calle en Filipinas es muy elevado, se calcula que sólo en Manila podría haber unos 75.000 niños y adolescentes que trabajan en la calle. Existe una violación sistemática y permanente de los derechos del niño en todo el mundo. Todos los niños tienen derechos pero sólo el 15 % de la humanidad los "disfrutan". Según la Unicef se calcula que en todo el mundo existen 158 millones de niños, de entre 5 a 14 años que son obligados a trabajar, lo que equivale a 1 de cada 6 menores de edad. La proporción de menores abandonados o niños explotados trabajando va en aumento, en torno al 4% por años. Se estima que la mitad de ellos consume drogas, sobre todo disolventes y pegamento. Muchos se dedican a recoger bolsas de plástico, latas, botellas, piezas de automóvil, neumáticos y otros objetos reciclables en los vertederos de las ciudades más grandes de Filipinas. Estos niños son parte ya de la imagen de las calles de la ciudad, lo que produce una situación alarmante y problemas en la población. Sin condiciones higiénicas, ni saludables viven en cualquier parte, muchos apenas son capaces de sobrevivir a los peligros que diariamente se enfrentan, entre ellos las enfermedades (incluidas enfermedades de transmisión sexual), lesiones o heridas a causa de accidentes (provocados por vehículos), peleas callejeras, maltrato de la policía, explotación sexual, consumo de pegamento u otros disolventes, alcohol, y de otras drogas, etc. Viven en grupos callejeros llamados gangas, donde creen protegerse por encontrar en ellos el apoyo y algo de protección. Sin embargo a través de estos grupos, se ven inducidos a su vez a robar, a prostituirse y al consumo y abuso de drogas. La explotación infantil en muchos sectores como la agricultura, textil, sexual…es un hecho que azota en especial a países en vías de desarrollo pero en el mismo se ven implicados los países industrializados. La voluntad política de los estados es la única forma de combatir este mal global. Los países industrializados deben comprometerse de manera firme a no adquirir productos en los cuales se haya explotado a niños para su elaboración y ayudar al desarrollo de los países más pobres para acabar con esta situación de desamparo. Las religiosas de la Congregación al llegar a Manila se encontraron también con esta imagen, con tantas caras de niños indefensos, heridos y con hambre, así se quedaron en la zona y crearon el Hogar Balay Sa Nazaret, donde actualmente comparten la vida con los más pobres, acogiendo dentro de sus posibilidades a niños/as de la zona.



Muchos de los niños han llegado a vivir en la calle porque vienen de familias de extrema pobreza, familias desestructuradas y violentas que los maltrataban, y en la mayoría de los casos son los mismos padres quienes los dejan abandonados. Estos niños presentan una ruptura total con los vínculos familiares. Desde el centro Balay Sa se intenta también, restablecer ese vínculo familia destrozado, siempre que se puede,nos ponemos en contacto con los padres/madre u otros familiares de los menores, y mediante la comunicación, charlas, se intenta restablecer esos vínculos.
Ellos siguen necesitando de nosotros, desde la distancia también podemos ayudar, viviendo una vida digna en austeridad para que otros puedan vivir dignamente.

¡PODEMOS SEGUIR COLABORANDO, POR UN MUNDO MÁS JUSTO!




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