Santa Emilia de Rodat
buscadora incansable de la Verdad y fiel seguidora y servidora del Reino, la
seguimos descubriendo ayer, hoy y mañana.
Desde su biografía transcribimos como la oración y en
concreto el ejercicio de la meditación según ella confiesa en su diario; se
apoderaron desde niña de las facultades de su alma. Y para ello, sin la menor
dificultad se dio a tal ejercicio diariamente por espacio de media a una hora.
Esta es la valiosa herencia que nos deja en su ausencia. Podemos aprender a meditar y orar al Padre nuestro, Padre de todos; que también ella lo descubrió así como Jesús y nos lo transmitió gratis con su vida.
¡Nuestra Santa Emilia se
embriagó tantas veces de la presencia de Dios y de Su Palabra!. Que me hace
atrevida a decir; que ser borrachos en este sentido no es en absoluto una
locura ni un pasado de moda. Porque buscando y experimentado el Padre de todos;
lo que tengamos que hacer será signo de lo que hemos recibido gratis.
Y en perfección esto lo
palpamos en Jesucristo. En los Evangelios podemos ir profundizando y
meditando en su vida de oración desde la
constante búsqueda que vivió Jesús de Nazaret. Él oraba ante cualquier
acontecimiento cotidiano de su vida; alababa, meditaba, pedía, lloraba,
clamaba, se abandonaba, confiaba, buscaba la voluntad del Padre. Podemos leer cómo antes o incluso después de actuar Jesús ora a su “Abba”
(papaíto bueno)”.
Pero ¿oraba sólo
por él? ¿por quién oró Jesús?
Jn 17, 12-17. “…Padre, ahora
voy a ti, y digo esto en el mundo, para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida.
Yo, les he dado Tu Palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del
mundo; como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino
que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del
mundo. Santifícalos en la verdad: Tu Palabra es verdad”.
Jn 17, 24-26. “…Les he dado
a conocer y les daré a conocer Tu Nombre, para que el amor que me tenías esté
en ellos, como también yo estoy en ellos”.
Jn 16, 5-15. “… Muchas cosas
me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora: cuando venga
él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena… Por eso os he
dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará”.
Jesús nos dejó la oración
perfecta y la gran herencia que nos hace “humildes y confiados”, nos deja el Espíritu
Santo que nos anima, consuela, nos guía, nos conduce hasta la Verdad…
Mt. 6, 7-15
Vosotros rezad así;“Padre nuestro del cielo,santificado sea tu nombre,venga tu reino,hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.Danos hoy el pan nuestro, perdónanos nuestras ofensas;pues nosotros hemos perdonado a los que nos han
ofendido.No nos dejes caer en la tentación,sino líbranos del maligno”
SIGUE SUS HUELLAS
L.C.R.
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