“Toda la Ley no tiene más que dos preceptos: Amar a Dios y amar al prójimo” (Sta. Emilia de Rodat)
Un día al visitar Santa Emilia a unas familias en Villefranche quedó impresionada por sus sufrimientos, se conmovió y preguntándose pero ¿qué va a ser de ellos? se hizo su prójimo.Y el rabino preguntaba a Jesús, ¿quién es mi prójimo? Él le respondió “Haz tú lo mismo”.
En Lc 10, 25-37 leemos «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo». Jesús, nos enseña con la autoridad del Amor y sus enseñanzas son una invitación a vivir una vida nueva. ¡Cuántas veces hemos escuchado "no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti" Pero Jesús no nos enseña a no hacer ("esa es la ley"); propuesta de vida va más allá: nos enseña a que nosotros podemos hacer “Haz tú lo mismo” también en Jn15, 12 nos dice: “Este es mi mandamiento, ámense los unos a los otros, como yo los he amado”
Nos encontramos ante dos grandes palabras AMAR y PRÓJIMO y nos surge la pregunta ¿CÓMO PUEDO AMAR A MI PRÓJIMO? He aquí algunos rasgos de la parábola que nos pueden ayudar:
1. En primer lugar, el samaritano que va de camino, SALIR AL ENCUENTRO DEL OTRO.
2. Ve que un hombre ha caído en manos de un asaltador, MIRAR ES CONMOVERSE, SENTIR COMPASIÓN.
3. Se ha acercado y parado para ayudarlo, ACTUA SIRVIENDO.
De esta forma, el gesto de “servicio” (que deriva del mismo imperativo de la justicia religiosa) nos convierte en «prójimo» del pobre, del oprimido, del desvalido, del acusado, avasallado. La cuestión no es identifcar al otro como prójimo sino convertimos en prójimo; atento, acogedor, cercano, compasivo, solidario...
Bienaventurados los que vamos en camino descubriendo que el “prójimo no es el otro sino que el prójimo soy yo, eres tú, somos nosotros” porque entonces estaremos empezando a amar como Él nos ha amado.
Sigue Sus Huellas
L.C.R.
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