"No podemos dejar que otros hermanos carezcan de lo necesario mientras a nosotros nos sobran cosas"

miércoles, 4 de septiembre de 2013

SANTA EMILIA, NOS DEMUESTRA QUE VIVIR LA PAZ ¡ES POSIBLE!


Basta leer los artículos de prensa para hacer una reflexión de cómo vivimos y cómo esto se traduce en actitudes y hechos que nos impiden la paz, ser feliz.
Podemos constatar como en el plano personal hay desequilibrios, inseguridades, miedos, complejos, búsquedas no satisfechas de un sentido para la vida. En las familias hay falta de diálogo, de amistad y de encuentro. Hay problemas económicos por carencias o excesos de recursos y muchas veces hay un vacío doloroso que no se llena fácilmente. En los grupos, partidos u organizaciones hay resentimientos, desconfianzas, ambiciones de poder, incapacidad de escuchar o de armonizar posiciones o de tener objetivos comunes. En la vida de los pueblos y en la vida del mundo hay intereses subterráneos que se movilizan para oprimir, crear violencia, promover guerras, atropellar la dignidad humana y aprovecharse de la miseria de los pobres. Y mirar con esta mirada, no es para sentir culpabilidad o impotencia sino para poder llegar a la pregunta;  pero ¿qué paz necesitamos? 

Hace unos días el Papa Francisco se posicionaba ante la Guerra de Siria y hacía un llamamiento a las jornadas de paz... 
¡Necesitamos y queremos la paz en nosotros, en nuestros hogares, en nuestros trabajos, en nuestros pueblos, en el mundo entero! Y lo sabemos porque oímos que nace un grito de cada pueblo que penetra hasta las montañas. ¡No a la guerra! ¡No a la guerra! ¡Sí a la justicia! ¡sí al diálogo, sí a la verdad y al respeto, sí al desarme, si a la amistad e integración, sí a la paz!¿Dónde está la paz? ¿cómo podemos contribuir en la paz, para el mundo?

Evoco ahora unas frases que conmovieron mis entrañas. Hace unos días leía un documento en internet sobre la biografía de Santa Emilia; que terminaba así: “Por su parte, le tocó sufrir más de veinte años con sus enfermedades y hasta con su crisis de que podía haber perdido la fe y la esperanza. Pasados estos malos trances, Dios la premió con una gran paz interior y la intimidad con el Señor."
Me conmueve enormemente este párrafo, como si de un eco casi insultante me perforara y taladrara el corazón; así lo siento lo releo, pero ¿en qué Dios creemos?  ¿para qué vino su Hijo, Jesús? Leído así literalmente me hace pensar cuántas veces con nuestra cultura y creencias deformamos la imagen del Dios de la Vida, del Dios de la Verdad, del Dios del Camino. ¿quién puede creer en un Dios muerto, en un Dios que nos abandona y aparece al final?
Volviendo a esa biografía de Santa Emilia. Entre líneas descubro el cómo a pesar de no tener una salud física desde bien pequeña; no pierde la paz… Saber que durante 20 años sufrió diversas enfermedades y saber que no fue derrotada por la desesperación o el suicidio, me hace pensar en su fe. Entonces, oigo que repican como un tintineo de campanas lo suficientemente sonoras para escuchar ¿qué nos brinda la fe? ¿qué nos brinda Jesús, si creemos en Él? ¿en la fe está la paz?


Claro está, que Emilia de Rodat desde niña tan débil y caprichosa va creciendo física y espiritualmente con Jesús. Va descubriendo en la Palabra la justicia social, la entrega a los pobres, va experimentando una paz que brota de la fe. De esa fe, que es experiencia vital de la amistad con Dios. Con el Dios de Jesús, compasivo y amoroso de los más pobres y enfermos. Así, podemos decir; que su paz no estaba fundamentada en la paz de la tranquilidad de cuando todo va bien. No, en la paz de tener las cosas a nuestro gusto. No, en la paz de la conformidad. La paz que transmite la santa en sus obras; es de la paz que brota de una Fe en Dios que sufre, con los que sufren y que actúa en la historia de cada hombre y de todos.
No cabe duda, Sta. Emilia vivió de esa Paz de Jesús, de esa Buena Noticia "para los pobres, los hambrientos, los misericordiosos…" ¡No, no cabe duda! En la vida de ella se nos desvela las amorosas y esperanzadoras palabras de Jesús “La paz os dejo, mi paz os doy… no tengas miedo, no temas! Jesús, no nos brinda una paz de magia como la del mundo; que nos dice: si quieren un coche ¡venga y le damos una hipoteca para su coche nuevo y un piso totalmente amueblado!... Tengo la certeza que Sta. Emilia en su enfermedad experimentó de diversas maneras la paz, de sentirse acompañada, sanada… Jesús, no llegó a su vida como un milagrero, para hacer de sus cosas magia y cambiarlas al gusto de la santa. Jesús, no viene a nuestras vidas como un mago. Jesús, no es un mago.
El viene "para que tengamos vida en abundancia" para enseñarnos dónde encontramos la vida. Dónde está la vida; porque sabe que andamos a tientas sordos, mudos y cojos…
Así, imagino que Emilia en ese aroma de paz iba creciendo espiritualmente  unas veces con salud, otras veces con la enfermedad. Unas veces sintiéndolo vivo y palpable, otras veces sabiéndolo real y actuante… pero siempre confiando en Él.
Y tampoco puedo pensar que la recompensa la tuvo al final de su vida. La recompensa la gozaba en su crecimiento diario, en sus opciones de vida, la recompensa era la paz para seguir adelante, la recompensa era vivir la felicidad de sentirse amada por Dios. La recompensa era la paz de sentirse hermana de todos… o como ella decía “Madre de tantos hijos e hijas” La Buena Noticia que nos trae Jesús  es una auténtica aventura hacia la Vida. Y así, en este caminar vamos todos juntos. Y desde aquí, desde cada circunstancia que tengamos (en paro, sin casa, enfermos)… podremos vivirla de una manera diferente a lo que el mundo nos brinda... desde la Paz en lucha por un mundo más humano y más justo que comienza en nosotros.
Pararnos en la persona de nuestra fundadora Santa Emilia de Rodat, nos ayuda a ir caminando, a descubrir que la Paz está más allá de la realidad presente. Que la paz es una actitud que nace en el interior de cada persona, independientemente de las circunstancias que la rodeen. No por ello nos quedaremos inmóviles ante las injusticias, al revés. Así, podremos creernos y esperar en Jesús que está dentro de cada uno y podremos confesar esta fe :"La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da". "¡No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo!" Jn 14, 27


ORACIÓN PARA CADA MAÑANA
Señor, hazme un instrumento de tu paz:
donde haya odio, ponga yo amor,
donde haya ofensas, ponga yo perdón,
donde haya discordia, ponga yo unión,
donde haya error, ponga yo verdad,
donde haya duda, ponga yo fe,
donde haya desesperación, ponga yo esperanza,
donde haya tiniebla, ponga yo luz,
donde haya tristeza, ponga yo alegría.
Oh, Señor, haz que yo no busque tanto
el ser consolado como consolar,
el ser comprendido, como comprender,
el ser amado, como amar.
Porque dando es como se recibe,
olvidándose de sí es como se encuentra,
perdonando es como se es perdonado,
muriendo es como se resucita para la vida eterna.

Sigue sus Huellas
L.C.R

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