1. Caminando
tras los pasos de Jesús
• Movidos por el Espíritu de Jesús: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado a anunciar a los pobres la Buena Noticia, a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor» (Lucas 4, 16-22). El Espíritu de Dios empuja a Jesús hacia los últimos. Desde el Espíritu de Jesús sólo podemos trabajar por una economía que sea «Buena Noticia» para los pobres, «liberación» para los esclavos, «luz» para los ciegos, «gracia» para los desgraciados.
• Con indignación profética y esperanza. Jesús vive en medio de una sociedad donde no reina la justicia. Jesús rompe este mundo cerrado anunciando la irrupción del reino de Dios. Esa situación sin alternativa y sin esperanza es falsa. Hemos de seguir a Jesús abriendo caminos al reino de Dios desde dos actitudes básicas: la indignación profética que saca a la luz las causas que se ocultan bajo el sufrimiento de las víctimas y la esperanza en el Dios de los últimos, que sostiene los esfuerzos de quienes trabajan por su reino.
Dios no quiere dejarnos solos ante nuestros sufrimientos, conflictos y desafíos. No es verdad que la historia tenga que discurrir por los caminos de sufrimiento y muerte que trazan los poderosos. Es posible otra economía más humanizadora, fraterna y solidaria. Es posible un mundo alternativo más cercano al que Dios quiere para sus hijos e hijas.
2. Abriendo
caminos al Reino de Dios El Reino de Dios está cerca (Mc. 1, 15)
• Convertíos
(idem). Hemos de despertar de la indiferencia y
movilizar todas nuestras energías para cambiar nuestra manera de pensar y de
actuar. Somos los seres humanos los que hemos de cambiar la trayectoria de la
historia. La ciencia no tiene conciencia; la economía carece de compasión; los
dogmas del capitalismo neoliberal son inhumanos. Sólo acogiendo el reino de
Dios caminaremos hacia una convivencia mundial más humana.
• Creed
en esta Buena Noticia (Idem). Hemos de introducir en el
mundo la confianza. Dios sigue atrayendo al ser humano hacia una vida más
digna. Dios está sosteniendo también hoy el clamor de los que
sufren y la indignación de los que reclaman justicia. Necesitamos profetas del
reino, creyentes indignados, centinelas vigilantes para escribir con nuestra
vida un relato nuevo de la historia humana, alentado por la esperanza de Dios.
• Buscad
el reino de Dios y su justicia (Mateo 6, 33). No podemos dejar el mundo en manos de quienes
imponen cruelmente su injusticia. El sufrimiento de las víctimas ha de ser
tomado en serio. Buscar la justicia de Dios exige:
promover la conciencia crítica, reaccionar ante la manipulación informativa,
luchar contra el escepticismo, denunciar los abusos, pensar el futuro desde la
libertad de Dios que no tiene por qué seguir los caminos que le marcan los poderes
financieros ni los mercados.
• Sed
compasivos como vuestro Padre es compasivo (Lucas 6, 36). El Padre es sensible al sufrimiento de sus hijos e hijas.
Es su compasión maternal la que le mueve a buscar un mundo diferente donde sea
posible el «buen vivir» de todos. Jesús nos llama a vivir la
compasión lúcida, responsable y comprometida a humanizar la vida y transformar la economía.
• Los
últimos serán los primeros (Marcos 10, 31). La compasión exige buscar la
justicia de Dios, de los más indefensos y desvalidos.
No los podemos abandonar en el abismo del olvido o la desesperación.Esas políticas
que no admiten una crítica de fondo, esas religiones seguras de sí mismas que
ni siquiera sospechan la interpelación de los pobres, no responden a la verdad
de Dios. El camino hacia una vida más digna y dichosa para todos se comienza a
construir desde los últimos.
• Devolved
al César lo que es del César, pero dad a Dios lo que es de Dios (Marcos 12,
17). No se ha de dejar nunca en manos de ningún poder lo que solo pertenece a
Dios. Y Jesús ha repetido con frecuencia: los pobres son de Dios; los pequeños
son sus predilectos; el reino de Dios les pertenece. Va contra Dios seguir
sacrificando a los pobres de la tierra a los «mercados» y poderes financieros.
• No
podéis servir a Dios y al Dinero (Lucas 16, 13). No es posible acumular
riqueza de manera insaciable y, al mismo tiempo, servir a ese Dios que no puede
ser Padre sin hacer justicia a quien nadie hace. El Dinero se ha
convertido en el gran «Ídolo» que, para subsistir, exige cada vez más víctimas
y deshumaniza cada vez más a quienes le rinden culto.
• «Hoy ha
llegado la salvación a esta casa» (Lucas 19,9). La salvación llega a la
casa... cuando los países ricos promuevan políticas de restitución para
compensar a los países empobrecidos por los saqueos cometidos por el
colonialismo y por la imposición del sistema neoliberal. Llegará cuando se
ponga límite al desarrollo insostenible y se impulsen políticas de cooperación
real y solidaridad efectiva con los últimos. Los seguidores de Jesús hemos de
mostrar con nuestra vida que «ha venido a salvar lo que estaba perdido» (Lucas
19, 10).
Caminamos en esperanza
L.C.R.
L.C.R.
¡Qué compasivo, esperanzador y solidario es Pagola! Falta hacen personas con este carisma en estos tiempos de crisis.
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