Estamos, casi estrenaditos en el nuevo curso escolar. Con renovadas ilusiones y retos, nos marcamos para este año, un itinerario de camino. Con el lema, "ESCUCHAR PARA COMPRENDER". Queremos ir adentrándonos en la aventura del ser cristiano, que vive en comunidad con el otro: que escucha, acoge y comparte. Algunas veces, se habla mucho y se escucha poco. Por lo que "la escucha" se convierte en una necesidad primaria a cuidar.
- Con una mirada en las Sagradas Escrituras:
Se nos revela a Jesús encarnado, Dios Padre nos dice: ¡Este es mi Hijo amado, escuchadle!, nos exhorta a que tengamos una actitud de escucha.
Jesús nuestro hermano nos exclama: ¡dichosos los que escuchan la Palabra!...
Y el Espíritu Santo, que es la promesa del Padre, la unión perfecta del Padre y el Hijo, nos revela lo que hemos escuchado.
En esta, Trinidad perfecta, que nos escucha y se hace escuchar, encontramos la invitación personal de ¡El que tenga oídos para oír, que oiga! (Mt.11, 15). Una escucha, que se hace respuesta a la llamada de Dios. Una respuesta, que nace de la libertad y consciencia de buscar el Reino. Y un Reino que está dentro y está en el otro.
En el evangelio de S. Lucas 2, 50-51, de una manera bellísima, se nos revela la manera y el lugar de cómo ha de ser la escucha. Dice: “ María, guardaba todas aquellas cosas en su corazón". Sí, María y José guardaban todo en su corazón. De esto sabemos mucho los padres... ¡Qué todo lo de nuestros hijos, lo que nos agrada y lo que no, lo guardamos en nuestro corazón!
María y José, a lo largo de su vida, según nos narran los evangelios y concretamente en esta cita nos desvelan, la manera de escuchar, esa que agrada a Dios. Así, entendemos que ese "guardar" nace en la escucha y es sinónimo de acoger, de arropar, de cuidar... desde el corazón, desde la entrañas, que es el lugar donde se gesta la misericordia.
En Lc.10, 38-42 se nos narra la historia dos hermanas: Marta y María, que dieron la bienvenida a Jesús. Marta, se preocupa y se afana por las cosas de la casa mientras su hermana María se sienta: a escuchar, a Jesús. Ante esa elección de María, Jesús, instruye a Marta diciéndole: “estás preocupada y molesta por muchas cosas, pero sólo una cosa es necesaria”
- Con una mirada en Sta. Emilia, descubrimos:
Escuchar es acoger, es amar y Emilia de Rodat, seducida por el amor y la escucha al otro, desborda, en todo momento, una gran sensibilidad humana, delicadeza de espíritu y una generosidad sin límites que le lleva a mirar con el corazón y las pupilas del alma. Y al mirar desde el corazón comprende su vida y escucha el susurro de su sensibilidad.
“ Trataba de procurar la conversación de una joven muy amable que deseaba curar de una desgraciada pasión. No pude conseguirlo y me dí cuenta incluso que el lenguaje apasionado de esta joven me hacía daño. ( Ant. Pág.65)
“Con permiso del padre Marty, mi confesor, recibí la triste confidencia de una joven española a la que tuve la dicha de encauzar hacia Dios. Sin embargo, mi director me censuró por haberla escuchado. Recibí esta censura con tanto mayor placer cuanto me parecía no haberla merecido, habiendo obrado bajo la obediencia” ( Ant. Pág 65).
- Con una mirada en nosotros:
¿Qué cosas, de mi prójimo, voy a guardar en mí corazón?...
- Con una mirada en las Sagradas Escrituras:
Se nos revela a Jesús encarnado, Dios Padre nos dice: ¡Este es mi Hijo amado, escuchadle!, nos exhorta a que tengamos una actitud de escucha.
Jesús nuestro hermano nos exclama: ¡dichosos los que escuchan la Palabra!...
Y el Espíritu Santo, que es la promesa del Padre, la unión perfecta del Padre y el Hijo, nos revela lo que hemos escuchado.
En esta, Trinidad perfecta, que nos escucha y se hace escuchar, encontramos la invitación personal de ¡El que tenga oídos para oír, que oiga! (Mt.11, 15). Una escucha, que se hace respuesta a la llamada de Dios. Una respuesta, que nace de la libertad y consciencia de buscar el Reino. Y un Reino que está dentro y está en el otro.
En el evangelio de S. Lucas 2, 50-51, de una manera bellísima, se nos revela la manera y el lugar de cómo ha de ser la escucha. Dice: “ María, guardaba todas aquellas cosas en su corazón". Sí, María y José guardaban todo en su corazón. De esto sabemos mucho los padres... ¡Qué todo lo de nuestros hijos, lo que nos agrada y lo que no, lo guardamos en nuestro corazón!
María y José, a lo largo de su vida, según nos narran los evangelios y concretamente en esta cita nos desvelan, la manera de escuchar, esa que agrada a Dios. Así, entendemos que ese "guardar" nace en la escucha y es sinónimo de acoger, de arropar, de cuidar... desde el corazón, desde la entrañas, que es el lugar donde se gesta la misericordia.
En Lc.10, 38-42 se nos narra la historia dos hermanas: Marta y María, que dieron la bienvenida a Jesús. Marta, se preocupa y se afana por las cosas de la casa mientras su hermana María se sienta: a escuchar, a Jesús. Ante esa elección de María, Jesús, instruye a Marta diciéndole: “estás preocupada y molesta por muchas cosas, pero sólo una cosa es necesaria”
- Con una mirada en Sta. Emilia, descubrimos:
Escuchar es acoger, es amar y Emilia de Rodat, seducida por el amor y la escucha al otro, desborda, en todo momento, una gran sensibilidad humana, delicadeza de espíritu y una generosidad sin límites que le lleva a mirar con el corazón y las pupilas del alma. Y al mirar desde el corazón comprende su vida y escucha el susurro de su sensibilidad.
“ Trataba de procurar la conversación de una joven muy amable que deseaba curar de una desgraciada pasión. No pude conseguirlo y me dí cuenta incluso que el lenguaje apasionado de esta joven me hacía daño. ( Ant. Pág.65)
“Con permiso del padre Marty, mi confesor, recibí la triste confidencia de una joven española a la que tuve la dicha de encauzar hacia Dios. Sin embargo, mi director me censuró por haberla escuchado. Recibí esta censura con tanto mayor placer cuanto me parecía no haberla merecido, habiendo obrado bajo la obediencia” ( Ant. Pág 65).
- Con una mirada en nosotros:
¿Qué cosas, de mi prójimo, voy a guardar en mí corazón?...
L.C.R.
No hay comentarios:
Publicar un comentario