"No podemos dejar que otros hermanos carezcan de lo necesario mientras a nosotros nos sobran cosas"

martes, 8 de julio de 2014

SANTA EMILIA, PERSONA DE DISCERNIMIENTO


Emilia de Rodat, visitaba a los pobres de la ciudad, esperando que Dios le diese a conocer lo que quería de ella. Y, un día, entrando en la casa de una enferma oyó lamentarse a varias señoras sobre la ignorancia y el olvido de Dios que iban creciendo sus hijas porque no tenían medios para instruirlas. Estas palabras, escuchadas por Emilia, fueron como un dardo que atravesó su alma” Seré la educadora de los pobres”, dijo…Y el 3 de Mayo de 1816,  a la Sombra de la Cruz, funda la Congregación de la Sagrada Familia encaminada a este fin.
Emilia de Rodat dio respuesta a la sociedad de su tiempo; una sociedad marcada por la pobreza y  la exclusión…

 Hoy, después de casi 200 años ,sus hijas, las Religiosas de la Sagrada Familia, laicos Sagrada Familia y simpatizantes  de la obra de Santa Emilia de Rodat también sentimos los gritos de los pobres… Y vemos como miles de personas mueren o viven en extrema necesidad a causa de unas estructuras  nacionales e internacionales injustas, poco solidarias…Luchemos para paliar el hambre en el mundo, luchemos por una sociedad más humana dónde quepamos todos y nadie pase necesidad.
Traemos a la memoria una afirmación del Papa Francisco en su Exhortación Apostólica llamada, “La Alegría del Evangelio” que nos afirma: “Hoy tenemos que decir, no a una economía de la exclusión y la inequidad. La inequidad es raíz de los males sociales” Tenemos que decir: ¡no a una economía de la exclusión y la inequidad!. Porque en este modelo todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Donde la abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales e instantáneos, de la conciencia aislada” Mientras cantidad de hermanos latinoamericanos y subsaharianos unos migran buscando poder vivir, otros trabajan de manera indigna por un poco de pan y así encontramos casos y casos ¿somos conscientes de que este modelo económico-financiero mata a la persona? Nosotros que somos unos privilegiados ¿cómo tenemos nuestros graneros? ¿qué respuesta damos ante el sufrimiento, compartimos nuestro grano?, ¿somos sensatos y vivimos de una manera austera para compartir?  Lc 12, 16-21.

Para, poder vivir el Evangelio, los cristianos, necesitamos discernir, ante la gran oferta de esta sociedad en la que vivimos. Sistema que tiende a aislarnos más y más en busca sólo de nuestro bienestar personal y emocional. La sociología actual, habla, de la creciente debilidad de las llamadas instituciones-guía, instituciones, que en otras épocas marcaban las elecciones de las personas; como eran la familia, la clase social, la escuela, la religión… Y que al mismo tiempo que se han ido debilitando estas instituciones han ido tomando fuerzas de modo sutil “las fuerzas del mercado” y nos ha imbuido, haciéndonos creer que somos libres para elegir. Vivir una vida de discernimiento, supone, no dejarse llevar por las constantes solicitudes de nuestro ambiente y aprender a cultivar un “yo” más libre, que escucha, que es más consciente y responsable. Como ya nos señala el Papa, los cristianos debemos denunciar aquellas situaciones que creemos o vemos que el ethos social está violando los valores o los derechos humanos y para eso necesitamos escuchar, discernir y disentir. Sabemos que en todas las sociedades democráticas los derechos de los más pobres están en peligro, son en estas situaciones en los que el factor profético y de denuncia deben jugar un papel relevante como cristianos.
Sabemos que a pesar de haber quedado herido el sistema en el llamado proceso de globalización, como consecuencia de la crisis económica a nivel mundial, aún, no podemos hablar de una alternativa global al capitalismo. Pero, sí, que está en nuestras manos el tomar conciencia de los valores que fundamentan este sistema y de qué valores o contravalores estamos invitados a vivir desde el Evangelio. Ahí tenemos que ser capaces de dar una respuesta compasiva, que promueva que todos los seres puedan vivir. Y una alternativa que posibilita esto es el valor de la austeridad. Poder vivir con menos para compartir,  es vivir en comunión. El valor de la interdependencia, de la comunión entre los seres vivos es fundamental, así lo recoge la misma Gaudium et Spes, en el nº 26.


 “NO TEMÁIS, LA DIVINA PROVIDENCIA TIENE GRANEROS DESCONOCIDOS PARA EL MUNDO… APOYADAS EN DIOS NOS OS FALTARÁ NADA”.
(Sta. Emilia de Rodat)

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