"No podemos dejar que otros hermanos carezcan de lo necesario mientras a nosotros nos sobran cosas"

lunes, 2 de junio de 2014

LA CARIDAD, LA REINA DE LAS VIRTUDES (Sta. Emilia)


"Un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros; como yo os he amado…En esto conocerán todos que sois mis discípulos” (Jn. 13,34-35) 

Se nos invita, a vivir el seguimiento, como discípulos y ello conlleva vivir de una manera nueva: amarnos como Él nos ha amado. Esta invitación, nos abre hacia una esperanza que no defrauda,  y que podemos experimentarla en la aventura de la fe. Desde la fe, quedamos unidos a Él y así se nos abre un nuevo horizonte hacia otro mundo posible, hacia diversas alternativas a la hora de afrontar las injusticias. Ya que, no sólo existe la violencia y como punto opuesto la pasividad como así nos enseñan a diario los medios de comunicación.Desde el amor , desde la caridad, existen un sinfín de actitudes para erradicar las injusticias sin ser agresivos, ni destructivos de la persona.
Esto lo descubrimos en las palabras, en los hechos y resultados de la vida de Jesús. Una vez más, vemos como Jesús se rebeló con “respeto ante todo” siempre denuncia los hechos y jamás condena a la persona. Cuando por parte de Jesús encontramos una denuncia (ante la injusticia) paralelamente está presente el anuncio (la esperanza de lo nuevo, del cambio, de la liberación, de la plenitud), de otro mundo posible. Esto es la caridad, esto es amar como discípulos de Jesús. Esta fuerza del amor, la encontramos en la coherencia, en el ejemplo de vidas de hombres y mujeres que han optado por afrontar las injusticias desde la fuerza de la no violencia, fundamentada desde una exigencia personal y unas actitudes interiores y exteriores.
Santa Emilia también nos habla, sobre la caridad y lo encontramos en “Diálogo sobre la caridad- Antología. Pág313” ella que nos dice: la caridad, es la reina de las virtudes, es la que da el premio a todas. Vuelvo a menudo sobre las palabras del apóstol San Juan a los primeros fieles, pero les repetiré que no sé si puedo decirles otra cosa; “Amados, decía el Apóstol, amémonos unos a otros, pues la caridad viene de Dios. No amemos de palabra ni con la lengua, sino con obras, de verdad, sirviendo a nuestro prójimo siempre que podamos, molestándonos para ayudar a los demás. Es preciso hermanas, que nuestra caridad se extienda no solo a las personas que nos rodean, a nuestras alumnas; debe extenderse a todos los hombres, atravesar los mares, de manera que todo el mundo tenga un sitio en nuestro corazón y participe en las oraciones en las buenas obras que hacemos. Por eso oremos mucho por la conversión de los pecadores, pidamos la perseverancia de los justos, y hagamos cada día todas nuestras obras  por amor a Dios o al prójimo.
En un momento le dice una hermana, ¿si se desease mucho hacer una limosna, servir a los pobres y no se pudiese hacer se tiene el mismo mérito que si se hiciese? Santa Emilia le contesta: Sí hermana, si el deseo que se tiene de hacer estas buenas obras es sincero y va acompañado de todo lo que se puede hacer en ese punto; por ejemplo desea hacer limosna, ahorre todo lo que pueda en su vestir, en los objetos de su uso para que la casa pueda acoger el mayor número de huérfanas. Todas las veces que tenga ocasión  de prestar un servicio a las niñas de la clase gratuita hágalo con prontitud. Inspire a sus alumnas un gran amor por esta porción del rebaño tan querido de nuestro buen maestro. Enséñeles a dar pequeñas limosnas con permiso de sus padres. La limosna cubre la multitud de pecados. Abra el cielo a la mayor parte de sus alumnas inspirándoles el amor a los pobres. ¿Por qué creen, mis queridas hermanas, que hago deshilar trapos a las niñas que no saben hacer punto y quiero que de vez en cuando las otras trabajen para los pobres?  No es por el trabajo que hacen, pues a menudo lo estropean todo, sino para inspirarles el amor a los pobres, para que tengan más tarde la idea de hacer algo por ellos.

Hace unos días, leía un artículo de Antoni Soler Ricart, sobre Gandhi y la no violencia. En este documento Soler, desarrolla, como la no violencia es rebelión y respeto. Y dice, “la rebelión es la acción y el respecto es la actitud. La rebelión sin respeto fácilmente derivará en crueldad y nuevas tiranías. Y el respeto sin rebelión acaba en permisividad y pasividad”.  También, menciona una reflexión de Gandhi que dice: los medios utilizados ya llevan en sí mismos el germen de aquello que vamos a obtener de la misma manera que una semilla ya contiene el árbol que va a resultar de ella. Un buen fin no justifica los medios, sino que, al revés, un mal medio puede estropear al más noble de los fines. En consecuencia no podemos esperar de la violencia ninguna situación estable, pacífica ni agradable. Y  proseguía en su comentario “La fuerza del no violento no es la fuerza física, sino la fuerza interior. Se trata de lo que se llama la fuerza de la justicia o la fuerza del amor. Con esta fuerza, ante el conflicto el no violento consigue no inhibirse, no huir, no rendirse, no claudicar, pero también no golpear, ni destruir. Ésta es la fuerza que le permite resistir sin perder la serenidad, insistir en las razones justas a pesar de los gritos, las amenazas o las agresiones…
Naturalmente un comportamiento así no se improvisa, requiere de un trabajo interior continuado.  La cultura de la paz debe promover y encontrar soluciones. El único final definitivo de un conflicto no llega con la victoria sino con un acuerdo justo para todas las partes y sobre todo con la reconciliación de los “adversarios”. ¡Y esto es caridad, esto es amar!
Sigue Sus Huellas
L.C.R

1 comentario:

  1. Amar no es poner la otra mejilla, que es con lo que siempre nos quedamos. Cuando a Jesús lo abofetean en el evangelio de Juan durante el interrogatorio, no pone la otra mejilla, sino que interpela a quien ha actuado de tal modo y lo pone en reflexión con su conciencia: "si he hablado mal muéstrame en qué, sino ¿por qué me pegas?". Un ejemplo vivo de la no-violencia activa y de la caridad y del amor bien entendidos.

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