"Un mandamiento nuevo: que os améis los unos a
los otros; como yo os he amado…En esto conocerán todos que sois mis discípulos”
(Jn. 13,34-35)
Se nos invita, a
vivir el seguimiento, como discípulos y ello conlleva vivir de una manera nueva:
amarnos como Él nos ha amado. Esta invitación, nos abre hacia una esperanza que
no defrauda, y que podemos experimentarla en
la aventura de la fe. Desde la fe, quedamos unidos a Él y así se nos abre un nuevo horizonte hacia otro
mundo posible, hacia diversas alternativas a la hora de afrontar las
injusticias. Ya que, no sólo existe la violencia y como punto opuesto la
pasividad como así nos enseñan a diario los medios de comunicación.Desde el amor ,
desde la caridad, existen un sinfín de actitudes para
erradicar las injusticias sin ser agresivos, ni destructivos de la persona.
Esto lo descubrimos en las palabras, en los hechos y resultados de la vida de Jesús. Una vez más, vemos como Jesús se rebeló con “respeto ante todo” siempre denuncia los hechos y jamás condena a la persona. Cuando por parte de Jesús encontramos una denuncia (ante la injusticia) paralelamente está presente el anuncio (la esperanza de lo nuevo, del cambio, de la liberación, de la plenitud), de otro mundo posible. Esto es la caridad, esto es amar como discípulos de Jesús. Esta fuerza del amor, la encontramos en la coherencia, en el ejemplo de vidas de hombres y mujeres que han optado por afrontar las injusticias desde la fuerza de la no violencia, fundamentada desde una exigencia personal y unas actitudes interiores y exteriores.
Esto lo descubrimos en las palabras, en los hechos y resultados de la vida de Jesús. Una vez más, vemos como Jesús se rebeló con “respeto ante todo” siempre denuncia los hechos y jamás condena a la persona. Cuando por parte de Jesús encontramos una denuncia (ante la injusticia) paralelamente está presente el anuncio (la esperanza de lo nuevo, del cambio, de la liberación, de la plenitud), de otro mundo posible. Esto es la caridad, esto es amar como discípulos de Jesús. Esta fuerza del amor, la encontramos en la coherencia, en el ejemplo de vidas de hombres y mujeres que han optado por afrontar las injusticias desde la fuerza de la no violencia, fundamentada desde una exigencia personal y unas actitudes interiores y exteriores.
Santa Emilia también nos habla, sobre la caridad y
lo encontramos en “Diálogo sobre la
caridad- Antología. Pág313” ella que nos dice: la
caridad, es la reina de las virtudes, es la que da el premio a todas. Vuelvo a
menudo sobre las palabras del apóstol San Juan a los primeros fieles, pero les
repetiré que no sé si puedo decirles otra cosa; “Amados, decía el Apóstol,
amémonos unos a otros, pues la caridad viene de Dios. No amemos de palabra ni
con la lengua, sino con obras, de verdad, sirviendo a nuestro prójimo siempre
que podamos, molestándonos para ayudar a los demás. Es preciso hermanas, que
nuestra caridad se extienda no solo a las personas que nos rodean, a nuestras
alumnas; debe extenderse a todos los hombres, atravesar los mares, de manera
que todo el mundo tenga un sitio en nuestro corazón y participe en las
oraciones en las buenas obras que hacemos. Por eso oremos mucho por la
conversión de los pecadores, pidamos la perseverancia de los justos, y hagamos
cada día todas nuestras obras por amor a
Dios o al prójimo.
En
un momento le dice una hermana, ¿si se desease mucho hacer una limosna, servir
a los pobres y no se pudiese hacer se tiene el mismo mérito que si se hiciese? Santa
Emilia le contesta: Sí hermana, si el deseo que se tiene de hacer estas buenas
obras es sincero y va acompañado de todo lo que se puede hacer en ese punto;
por ejemplo desea hacer limosna, ahorre todo lo que pueda en su vestir, en los
objetos de su uso para que la casa pueda acoger el mayor número de huérfanas.
Todas las veces que tenga ocasión de
prestar un servicio a las niñas de la clase gratuita hágalo con prontitud.
Inspire a sus alumnas un gran amor por esta porción del rebaño tan querido de
nuestro buen maestro. Enséñeles a dar pequeñas limosnas con permiso de sus
padres. La limosna cubre la multitud de pecados. Abra el cielo a la mayor parte
de sus alumnas inspirándoles el amor a los pobres. ¿Por qué creen, mis queridas
hermanas, que hago deshilar trapos a las niñas que no saben hacer punto y
quiero que de vez en cuando las otras trabajen para los pobres? No es por el trabajo que hacen, pues a menudo
lo estropean todo, sino para inspirarles el amor a los pobres, para que tengan
más tarde la idea de hacer algo por ellos.
Hace unos días, leía
un artículo de Antoni Soler Ricart, sobre
Gandhi y la no violencia. En este documento Soler, desarrolla, como la no violencia es
rebelión y respeto. Y dice, “la rebelión es la acción y el respecto es la
actitud. La rebelión sin respeto fácilmente derivará en crueldad y nuevas
tiranías. Y el respeto sin rebelión acaba en permisividad y pasividad”. También, menciona una reflexión de Gandhi que dice: los medios utilizados ya llevan en
sí mismos el germen de aquello que vamos a obtener de la misma manera que una
semilla ya contiene el árbol que va a resultar de ella. Un buen fin no
justifica los medios, sino que, al revés, un mal medio puede estropear al más
noble de los fines. En consecuencia no podemos esperar de la violencia ninguna
situación estable, pacífica ni
agradable. Y proseguía en su comentario
“La fuerza del no violento no es la fuerza física, sino la fuerza interior. Se
trata de lo que se llama la fuerza de la justicia o la fuerza del amor. Con
esta fuerza, ante el conflicto el no violento consigue no inhibirse, no huir,
no rendirse, no claudicar, pero también no golpear, ni destruir. Ésta es la
fuerza que le permite resistir sin perder la serenidad, insistir en las razones
justas a pesar de los gritos, las amenazas o las agresiones…
Naturalmente un
comportamiento así no se improvisa, requiere de un trabajo interior continuado.
La cultura de la paz debe promover y
encontrar soluciones. El único final definitivo de un conflicto no llega con la
victoria sino con un acuerdo justo para todas las partes y sobre todo con la
reconciliación de los “adversarios”. ¡Y esto es caridad, esto es amar!
Sigue Sus Huellas
L.C.R
L.C.R
Amar no es poner la otra mejilla, que es con lo que siempre nos quedamos. Cuando a Jesús lo abofetean en el evangelio de Juan durante el interrogatorio, no pone la otra mejilla, sino que interpela a quien ha actuado de tal modo y lo pone en reflexión con su conciencia: "si he hablado mal muéstrame en qué, sino ¿por qué me pegas?". Un ejemplo vivo de la no-violencia activa y de la caridad y del amor bien entendidos.
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