Emilia de Rodat, siendo aun niña, sintió un profundo amor a Dios y a los pobres. Así se expresa en su autobiografía:
” Cayó en mis manos un cántico que produjo en mí un recogimiento profundo y extraño. Comencé a amar a Dios con todo mi corazón…
Amaba mucho a los pobres y experimentaba un gran gozo en darles limosna.