“Mientras la caridad reine en la
casa todo irá bien” (Sta.Emilia de Rodat)
Los padres o maestros, en nuestra función educacional, nos cuestionamos a veces
si no faltamos a la caridad por tratar
de ser justos con los memores. Pero ¿es que la justicia está reñida con la
caridad?
Esta pregunta la podríamos aplicar a cualquier ámbito de
relación (trabajo, vecinos, amigos…) Creo, que no encontramos ninguna oposición entre la caridad y la
justicia, es más; la caridad exige que haya justicia, y sin justicia no vivimos
realmente la caridad. El Papa Francisco
en septiembre del pasado año, recordaba
a las instituciones que la limosna “no basta” y hacía hincapié de la
necesidad de acoger a estas personas e integrarlas en la sociedad. Prosiguió explicando: “La simple acogida no basta. No
basta dar un sándwich si no se acompaña de la oportunidad de aprender a caminar
sobre sus propios pies. La caridad que deja a los pobres tal y como están, eso no
es suficiente. La misericordia verdadera, es aquella que Dios nos da y nos enseña, pide
justicia, pide que el pobre encuentre su camino para dejar de serlo”. También
quiero recordar una frase que también recogía el Papa Benedicto XVI en una
reflexión sobre la justicia y la caridad “ Quien ama con caridad a los demás,
es ante todo justo con ellos… la justicia es «inseparable de la caridad». Si volvemos a tomar el ejemplo de un educador; profesor,
padre o tutor, ante un acto indebido del hijo o del alumno puede surgir la duda
de si el castigo falta a la caridad o lo que es lo mismo a la justicia. Ciertamente los castigos han de ser justos. Por ello, es conveniente dar las razones al
castigado para que conozca que se hace justicia. Pero no basta solo eso, la
justicia ha de ser aplicada con caridad, pues es lo que ha de mover a castigar.
Es decir, el amor (la caridad) que el padre tiene a su hijo lo mueve a
corregirlo, lo hace por su bien, pretende mejorarlo, pues así el castigo servirá para reafirmar el valor que
se le quiere inculcar. Un buen ejemplo de la misericordia (caridad+justicia) que se
nos pide para con nuestros próximos lo encontramos en la parábola del hijo
pródigo, que nos revela la Misericordia que tiene Dios con nosotros y nos
invita a compartir de esa Misericordia recibida del Padre. Recordamos que en la
parábola el padre salió al encuentro y dijo a sus siervos: sacad el principal
vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y zapatos en sus pies. Y
traed el becerro cebado y matadlo, comamos, y hagamos fiesta: porque este hijo mío
estaba muerto y ha revivido; se había perdido y ha sido encontrado. Y
comenzaron a regocijarse" (Lc. 15:11-24).
“Mira qué entrañas de misericordia tiene la justicia de
Dios! –Porque en los juicios humanos, se castiga al que confiesa su culpa: y,
en el divino, se perdona”
Sigue Sus Huellas
L.C.R.
L.C.R.
"Hay que colocar la caridad en primer lugar, pues ¿qué hay de más agradable a Dios que la perfecta unión de corazones?"
ResponderEliminar"Todo está en la caridad. Si la tenemos , cumpliremos toda la ley, que no tiene más que dos preceptos: AMAR A DIOS Y AMAR AL PRÓJIMO" (Sta. Emilia de Rodat)